Acabo de observar atentamente este video del Strip Dance de Silvina Escudero en el programa de Tinelli y estoy anonadado. Espero no sonar viejo, ni nada. Pero se fue todo al carajo. Realmente espero que haya un sanción, porque ya me parece un exceso. Y no solo hablo de lo sexual del baile, sino de la ridicula y violenta reacción posterior de Tinelli.
De paso, lo uso como excusa para republicar esto que escribí hace un tiempo.
El año 2010 llega con una sobrecarga de hechos relevantes a nivel histórico para la Argentina. Todavía me sorprende. Hay tantas cosas que pasan día a día que me parecen increíblemente relevantes tanto en política, economía como a nivel sociedad. Y mientras las listaba mentalmente se me ocurrió preguntarme si realmente es así o es lo mismo que siempre pero ahora las vivimos de otra manera.
Y lo primero que se me ocurre, pisando los 30 años, es decirme a mí mismo que mi generación es la primera que no se acuerda haber vivido ninguna dictadura. En un país signado por sangrientos gobiernos de facto a lo largo del siglo XX, somos la primera generación después del último golpe de estado que comienza a tomar la escena en este país.
Yo nací en el ’81, por lo que no recuerdo, a pesar de vivir los últimos años, nada sobre la vida en la Argentina entre 1976 y 1983. Mis primeros recuerdos rondan entre el mundial de México ’86, Alfonsín, las Pascuas, la hiperinflación y la caja PAN. Todavía me encuentro tratando de entender con menos de 10 años cuando mis viejos me hablaban de la guerra de Malvinas y de gente que había desaparecido.
Al mismo tiempo, revivo en mi cabeza la década del menemato, con la convertibilidad, el surgimiento de Tinelli y esa puja entre los últimos grandes exponentes de la clase media argentina intelectual y los tilingos que recibieron el chupetín del imperialismo con los brazos abiertos. Y la clase media, perdió. Y por goleada.
Pido disculpas por mezclar otra de mis pasiones, el fútbol, pero se me hace necesario. Hace poco un amigo me dijo que el mundial del ’90 fue el último mundial real y que a partir de USA ’94 empezaron los McMundiales. Justo en Estados Unidos, nada es casual, hubo un cambio grande. La exposición de los medios, de la mano de los adelantos tecnológicos, era cada vez mayor. Y mientras, en la Argentina, Tinelli le rompía las cosas a la gente, con cámaras ocultas.
Pero la clase media perdió una lucha desigual. Porque le tiraron a matar a gente que valoraba una forma de pensar por encima de todo. Porque no podían soportar que aquellos que seguían vivos cuestionaran su plan neoliberal.
Una gran cantidad de gente, cayó en el agujero. El hoyo negro, lleno de joditas para Tinelli, Cajitas felices, viajes a Disney e industria china. Nos quisieron tinellizar a la fuerza. Con un Oso de Leo y pizza con champagne. Eramos adolescentes y evadir esa artillería anticultural fue complicado. Porque nos quisieron hacer creer que la plata era lo más importante, que leer no servía y que la imagen era todo.
Pero nos resistimos. Ojo, en el camino quedaron muchos. Los veo cada tanto. Leen Clarín y miran TN. Es casi una lobotomía frontal progresiva. Lleva casi 20 años. Su máximo exponente actual es “Bailando por un sueño”. Pero a los que no, acá nos tienen. Con ganas de usar la palabra luchar de nuevo. Porque hay un nuevo escenario en la Argentina. Y es el momento de darnos paso. Es momento de que la generación democracia, esa que no vivió nunca una dictadura, se haga oir. Y porque ya es hora de que nosotros los veintitanto y los treinticortos nos pongamos los pantalones largos y cambiemos el país. Basta de McDonald’s, basta de Tinelli. Ahora es el momento de apagar la tele y pelear por el país que queremos.