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Antes de publicar Maldito Entusiasta, tenía otro blog llamado «Pensamiento Sur» en el que junto a un amigo que siempre prefirió el anonimato intentábamos crear un espacio de reflexión crítica concerniente a algunas problemáticas de los argentinos, y de la Argentina (o lo que entendemos como tal), encaradas desde la transversalidad de las disciplinas, sin defender intereses ocultos y magros por $5 la hora.
Un 9 de agosto de 2008 publicamos esto que copio a continuación. A mí no deja de sorprenderme la vigencia que todavía tiene. Poco más de 2 años después quería compartirlo.

Hace dos días, el ex presidente de la Nación, Eduardo Duhalde volvió a aparecer en escena sosteniendo que en la economía argentina «hay luces amarillas; el país está como en 1997». A esto le agregó que en la actualidad «Estamos muy, pero muy lejos de Chile y de Brasil».

Duhalde fue, como muchos sabrán y recordarán, la mano derecha del menemismo en la época más fiestera, saqueadora y berreta, a diferencia de la segunda, que fue solamente apocalípticamente zaparrastrosa, miserable y explosiva.



¿Cómo un personaje tan nefasto y cínico para la historia argentina se permite opinar con semejante frescura y pureza de madre Teresa como si fuese un civil anónimo más? ¿No tuvo cargos importantes durante el período más oscuro y mediáticamente despótico, además de bananero, como para que recaigan sobre él responsabilidades (las más importantes)?

¿No sería lógico pensar que, si el país no está en la actualidad de Brasil y Chile, como precisamente él mismo afirma, es principalmente porque una figura negra como él tomó todas las decisiones al revés en su totalidad?

¿Por qué aparece opinando espontáneamente, con cara de preocupado, con chispazos de lenguaje popular? ¿El lenguaje popular es el mismo que aprendió militando en el peronismo, de donde no hizo más que vaciar de significado todas las reivindicaciones sociales e independencia económica y política, para sacar las figuritas y la marcha y sumar votos? Qué manera de despreciar al pueblo, carajo.

¿Puede un movimiento que históricamente buscó la autodeterminación política y económica, caer en decisiones diametralmente opuestas a la de sus fundadores, como pasó con el peronismo en los noventa?

Todos estos detalles (mínimos, ¿no?) nos lo preguntábamos permanentemente en los noventa, cuando esta persona era uno de los principales líderes.

Cabezón, ¿Por qué hiciste todo al revés, che? ¿Y ahora no estamos como Brasil?

Ahora resulta que el señor se desentiende de los noventa y critica a cualquiera como si nada. ¿O qué debemos interpretar de sus dichos? ¿Qué la Argentina como Nación o como pueblo está en otra actualidad y que no tiene potencial? Y si tiene potencial, ¿no lo supieron liderar? ¿Qué quiere decir el tipo éste si era el segundo líder?

Y los medios, claro, como siempre: tan tirapedos, como nunca, sacando a Duhalde como si fuese Perón desde Madrid opinando en un “contexto económicamente complejo”. Por Dios, las cosas que hay que leer. Resulta que en Lanús el 50% de la población vive en villa miseria porque Turquía elevó las barreras aduaneras y causó una crisis política (como sacó Clarín en el 2001, con las notas de Mostaza Merlo del Racing Campeón en la tapa).

Cabezón, Lanús queda ahí nomás de Banfield, donde vas a la cancha. ¿O Monte Chingolo es fulerísimo también por la crisis política de Turquía? En Brasil no hay paisajes como Monte Chingolo, ¿no? Andá a darte un paseíto por la playa que quieras, con los empresarios que quieras, comiéndote la feijoada que quieras, pero salí a caminar por el Pelourinho sin cana. ¿No es Monte Chingolo eso? Bancátela ahí a lo guapo. No, no es como Argentina.

Y después, claro, Chiche: aparece diciendo que vivimos en una dictadura, cuando fue su propio esposo (Eduardo Duhalde, el mismo del que hablamos en la nota) el que le apagó el micrófono a Zamora en pleno discurso allá cuando vino Bush a visitar el Congreso casualmente en los noventa mientras sancionaban esas leyes con una representatividad del pueblo tan fiel como una tarjeta de una discoteca.

Como conclusión, pienso que Argentina debería ser un país acreedor, exportador de industria, y es diametralmente lo contrario, justito y casualmente como lo que pasó con el peronismo en los noventa, como lo hizo Duhalde en los noventa. Simplemente todo al revés.

Después tuvo una presidencia aceptable, pero claro, es lo mismo que una persona te ampute primero los dedos, después las manos, después los codos, después los brazos, después los pies y después las piernas, y esperando que vuelvan a crecer, pero posteriormente intentando solucionar el problema colocándote una curita en los extremos de las extremidades mutiladas años después de que se desangraban.

Eduardo, te felicito, colocaste muy bien la curita, pero sos mejor (o peor mejor dicho) como cirujano.

¡Un aplauso, cirujano!

Acabo de observar atentamente este video del Strip Dance de Silvina Escudero en el programa de Tinelli y estoy anonadado. Espero no sonar viejo, ni nada. Pero se fue todo al carajo. Realmente espero que haya un sanción, porque ya me parece un exceso. Y no solo hablo de lo sexual del baile, sino de la ridicula y violenta reacción posterior de Tinelli.

De paso, lo uso como excusa para republicar esto que escribí hace un tiempo.

El año 2010 llega con una sobrecarga de hechos relevantes a nivel histórico para la Argentina. Todavía me sorprende. Hay tantas cosas que pasan día a día que me parecen increíblemente relevantes tanto en política, economía como a nivel sociedad. Y mientras las listaba mentalmente se me ocurrió preguntarme si realmente es así o es lo mismo que siempre pero ahora las vivimos de otra manera.

Y lo primero que se me ocurre, pisando los 30 años, es decirme a mí mismo que mi generación es la primera que no se acuerda haber vivido ninguna dictadura. En un país signado por sangrientos gobiernos de facto a lo largo del siglo XX, somos la primera generación después del último golpe de estado que comienza a tomar la escena en este país.

Yo nací en el ’81, por lo que no recuerdo, a pesar de vivir los últimos años, nada sobre la vida en la Argentina entre 1976 y 1983. Mis primeros recuerdos rondan entre el mundial de México ’86, Alfonsín, las Pascuas, la hiperinflación y la caja PAN. Todavía me encuentro tratando de entender con menos de 10 años cuando mis viejos me hablaban de la guerra de Malvinas y de gente que había desaparecido.

Al mismo tiempo, revivo en mi cabeza la década del menemato, con la convertibilidad, el surgimiento de Tinelli y esa puja entre los últimos grandes exponentes de la clase media argentina intelectual y los tilingos que recibieron el chupetín del imperialismo con los brazos abiertos. Y la clase media, perdió. Y por goleada.

Pido disculpas por mezclar otra de mis pasiones, el fútbol, pero se me hace necesario. Hace poco un amigo me dijo que el mundial del ’90 fue el último mundial real y que a partir de USA ’94 empezaron los McMundiales. Justo en Estados Unidos, nada es casual, hubo un cambio grande. La exposición de los medios, de la mano de los adelantos tecnológicos, era cada vez mayor. Y mientras, en la Argentina, Tinelli le rompía las cosas a la gente, con cámaras ocultas.

Pero la clase media perdió una lucha desigual. Porque le tiraron a matar a gente que valoraba una forma de pensar por encima de todo. Porque no podían soportar que aquellos que seguían vivos cuestionaran su plan neoliberal.

Una gran cantidad de gente, cayó en el agujero. El hoyo negro, lleno de joditas para Tinelli, Cajitas felices, viajes a Disney e industria china. Nos quisieron tinellizar a la fuerza. Con un Oso de Leo y pizza con champagne. Eramos adolescentes y evadir esa artillería anticultural fue complicado. Porque nos quisieron hacer creer que la plata era lo más importante, que leer no servía y que la imagen era todo.

Pero nos resistimos. Ojo, en el camino quedaron muchos. Los veo cada tanto. Leen Clarín y miran TN. Es casi una lobotomía frontal progresiva. Lleva casi 20 años. Su máximo exponente actual es “Bailando por un sueño”. Pero a los que no, acá nos tienen. Con ganas de usar la palabra luchar de nuevo. Porque hay un nuevo escenario en la Argentina. Y es el momento de darnos paso. Es momento de que la generación democracia, esa que no vivió nunca una dictadura, se haga oir. Y porque ya es hora de que nosotros los veintitanto y los treinticortos nos pongamos los pantalones largos y cambiemos el país. Basta de McDonald’s, basta de Tinelli. Ahora es el momento de apagar la tele y pelear por el país que queremos.